Mi imaginación hoy pedía ponerte nombre, no aguarda más tu llegada, desconoce si existes o si hace tiempo que dejaste de hacerlo. Eres dueña de mis horas de poca luz y escasa presencia, pero brillas como la más grande.
De ente los clásicos, no podías ser otra más que Clodia, sin duda, sólo Catulo y yo sabemos tu secreto. Únicamente nosotros vivimos el agradable tormento de que el flujo de nuestra sangre sea a tu antojo.
La tinta que moja mi blanca piel donde escribo, lame y desnuda mi sinceridad, ahorca mi sensibilidad profunda.
Y sales sólo fruto de este líquido azul, porque no eres otra, porque no eres nadie fuera de mi mente o de mis folios. Ven que te vea y te bese, date a conocer, porque empieza a ser desesperante mi locura. Déjame decirte que nunca tuvimos término medio, era de forma drástica cómo te amaba y cómo te odiaba con la misma fuerza. Amanecías siendo mi mayor enemiga, dándome de lado, ignorando mi existencia.
Frívola y traicionera eres de día y en el ocaso tornas tierna y dulce como ninguna. No hay luz y no tardas en penetrar mis poros haciéndome sangrar para que bebas mis mejores palabras en ríos de tinta. Ya no existen palabras ni atenuantes, eres, soy, eras, fui, estado puro.
Vámonos a dormir, Clodia, déjame cerrar los ojos y no inhibirme más porque comienza a amanecer y volverás a ser la musa que odio de día por coserme a puñaladas la mente y el corazón. Con razón.
Pero aguardemos en terribilità, que la rabia contenida en un largo ratito pasará, se hará de noche y te confesaré que eres el mayor motivo por el que sonrío y vivo, por el que vivo sonriendo.
De ente los clásicos, no podías ser otra más que Clodia, sin duda, sólo Catulo y yo sabemos tu secreto. Únicamente nosotros vivimos el agradable tormento de que el flujo de nuestra sangre sea a tu antojo.
La tinta que moja mi blanca piel donde escribo, lame y desnuda mi sinceridad, ahorca mi sensibilidad profunda.
Y sales sólo fruto de este líquido azul, porque no eres otra, porque no eres nadie fuera de mi mente o de mis folios. Ven que te vea y te bese, date a conocer, porque empieza a ser desesperante mi locura. Déjame decirte que nunca tuvimos término medio, era de forma drástica cómo te amaba y cómo te odiaba con la misma fuerza. Amanecías siendo mi mayor enemiga, dándome de lado, ignorando mi existencia.
Frívola y traicionera eres de día y en el ocaso tornas tierna y dulce como ninguna. No hay luz y no tardas en penetrar mis poros haciéndome sangrar para que bebas mis mejores palabras en ríos de tinta. Ya no existen palabras ni atenuantes, eres, soy, eras, fui, estado puro.
Vámonos a dormir, Clodia, déjame cerrar los ojos y no inhibirme más porque comienza a amanecer y volverás a ser la musa que odio de día por coserme a puñaladas la mente y el corazón. Con razón.
Pero aguardemos en terribilità, que la rabia contenida en un largo ratito pasará, se hará de noche y te confesaré que eres el mayor motivo por el que sonrío y vivo, por el que vivo sonriendo.