miércoles, 27 de mayo de 2009

Anuncios por palabras.


SE BUSCA señorita con la paciencia para aguantar a un soñador meloso con mucho amor por materializar, con ganas de cambiar tu mundo, hacerlo mío, hacerlo nuestro.

SE VENDEN susurros afrancesados al oído hasta quedar afónico, a cambio de sonrisas que paren mi corazón unos segundos, ese que tanto late y sé que acabarás queriendo escuchar con tu cabeza en mi pecho mientras duermo, porque te está esperando para seguir su ritmo, el que le marques.

SE OFRECE fotógrafo para retratar tus sueños, plasmar la constelación de tus lunares y empapelar mi habitación con el recuerdo de cada precioso momento que me dedicas para no dejar de verte ni un sólo segundo.

SE REGALAN noches en vela, dulces y eternas bajo las luces de la calle, sobre las nubes de Granada, para que corras con la sangre de mis venas y me duela el cuerpo de quererte, de tanto quererte.

SE ACARICIA tu pelo hasta la saciedad, a ser posible mientras te beso tan despacio que dudas si son mis labios o el aire el que te roza.

PROFESIONAL en dejar su olor en tus sábanas, marcas en tu cuello y sudor de mis manos por tocarte delicada, sin parar hasta que se agrieten con los años, pero por favor, ni un segundo más separadas de tu piel.

REPARACIONES
domésticas de nostalgias, penas y demás trastornos que evitan que sonrías a mi lado, que impiden que luzca el sol de la misma forma, pintando de miles de colores tu mente en blanco.

CHICO poco atractivo para hacerte reír cada mañana para que vayas contenta a clase, con los ojos entornados haciéndote aún más preciosa, para que quede el eco de tus carcajadas en mis paredes y me sigan enloqueciendo un poquito más cada vez.


SE NECESITA tu presencia aquí, porque no aguanto más.


Que me revuelvo porque no estás, que me arranco la piel si no me tocas, quiero volarme la cabeza si no está llena de tus palabras, de tu risa. Que tirito por no poder tenerte y sudo cuando me tienes.

Me tienes cogido con hilos que engordan por segundos haciéndose cadenas, obligándome despistada a lo que deseo. Déjame ir contigo que en ti están mis sueños.

martes, 26 de mayo de 2009

Antibióticos para la distancia.


μέτρον

Palabra griega que posteriormente tomarían mis queridos franceses para inventar una pesadilla más: metro.

Metros, kilómetros, hectómetros, tantos son, tantos los que me separan de todo lo que debería estar cerca cuando más se necesita.

Esta noche, como tantas que dedico a escribir, te vuelvo a necesitar aquí sentada, a mi lado. Durmiendo o mirándome, riendo o llorando, sudando o tiritando. Tu presencia, que anule esa horrible palabra griega, esa horrible concepción francesa. Mi mala suerte me hace no tener cerca aquello que me llene, que me dé la plenitud que alguien como tú me da cuando me prohibe quererla menos.

Y odio tanto los centímetros y los milímetros que cuando consigo tenerte a mi lado aún nos separan, y entonces me hacen odiar a los griegos y mi segunda lengua, con la que muero de ganas de preguntarte al oído dónde estabas, cuánto te busqué y cómo te he echado de menos.

No más lejos, las cosas serán más fáciles, te enseñaré de cuantos colores es el aire, como de grande es el mundo y como de pequeña mi cama. Entrégame la enormidad de tu presencia y te regalaré cada mañana mi cajita de tonterías que provocan en ti esa risa y en mí despiertan el monstruo que me asusta al quererte tanto. Como eres. Como seas. Como serás. A ti.

Deja que los griegos se arrepientan de haber inventado esa palabra, que los franceses lloren desesperados por ser culpables de poner nombre a lo que nos separa. Pero nunca, nadie, podrá ponerle nombre a eso que siento cuando recuerdo cada segundo que existe alguien como tú.

jueves, 21 de mayo de 2009

Nudos corredizos.


Me lo pienso dos veces al pasar esa página donde está esa foto en la que salimos tú y yo, porque me vienen a la cabeza esas sensaciones: tu voz diciendome como hacer, tu olor pidiendo quedarme, tu tacto agarrándome para permanecer junto a ti. Y me atabas, para no ir más lejos de lo que ya había estado desde que nos conocimos y no pasaba un sólo segundo sin saber que estabas al otro lado del ordenador o del teléfono por no poder tenernos más cerca.

Me decías vuelve cuando te acababas de dar la vuelta al despedirme, cuando a las horas me extrañabas, cuando a los días lo recordábamos todo. Nos lo dábamos todo por remunerarnos aquellas horas en las que aún no sabíamos como sabían nuestros labios juntos. Me atabas al teléfono porque era ansiedad del uno por el otro.

Reconozco y recuerdo que esos momentos fueron inolvidables, para mí, inolvidables pues hacen que no consiga pasar la página que contiene esa foto. No la paso hasta que abro los ojos y veo que hoy no es ayer. Ya no me atas, no quieres, no te interesa o no tienes ganas. En frío pienso cada detalle, quizá era yo quien me ataba a ti, o quería sentirme atado por ti. No quería alejarme y por eso me escapaba para verte, para hablarte, para sentirte.

Y era yo quien miraba atrás cuando me despedías y tú ya caminabas para volver a tu vida, esta tu vida, tan tuya, tan poco mía. Me ataba como tonto porque te entretenía, porque te llenaba mientras el resto no sabía hacerlo, no en aquel pequeño lugar que se hizo grande y se llenó de gente.

Y sé que ya no quieres cuerdas, ni yo tampoco, pero desde que tus ojos se cruzaron me vi tan atado a ti que suplanté tus voluntades por las mías. Y pasan las horas, las horas pasan ya a centenas y millares. Pasan los días y no hablamos. Pasan los meses y no nos vemos. No quieres, no tienes ganas. No quiero, me consumí esperándote.

Y he pasado la página, con un golpe seco de muñeca. Y esa foto ha pasado, y han pasado las horas, y las cuerdas. Y las páginas también están pasando y no me paro ya a pedirte cosas que no quieres, a pedirme cosas que no son, yo tampoco las quiero ya.

Ahora que te dedico un momento me doy cuenta, me doy un homenaje, porque no quiero cuerdas, porque me alegro de lo vivido y lo creído. Ahora. Nadie me ata.

domingo, 17 de mayo de 2009

No me toques.



Noli me tangere,
noli me tangere.




No, no lo hagas, no quiero que me toques, no si tus manos no van a dibujar en mi cuerpo tus sueños. No me hables, no quiero escuchar tu adorable voz si no es para decirme que me quieres. Pero tendré que seguir callado y pensando como reaccionar, qué palabra decir. Y es por haber escuchado palabras que hacen creer en el amor, sentirlas, tocarlas, besarlas; y lejos de tus labios he descubierto que el amor dura lo que una palabra.

Cada uno de mis gestos hacia ti, cada verso, cada beso, que me juras y perjuras que te encantan y te hacen quererme, son antojos de mi cuerpo. Necesito tratarte como el mejor poema de un anónimo poeta que vivirá de ello, como joujou de pauvre, como carta para un exiliado, como el ultimo bebé de una larga familia varonil que nace niña. Necesito mimarte como si en ello la vida me llevara, como si ello la vida me diera.

Eres mi preferida, niña de mis ojos, único pelo en el que sueño dormir soñando enredadas mis manos, atados los poros de mi piel a tu aliento, encadenadas mis palabras a mi pensamiento.

No encuentro el modo de decir que eres Todo en mi Nada, me siento cruel cuando callo lo que no sé si debo decir. Sé que el amor no existe y sé también que te amo.

jueves, 14 de mayo de 2009

Pájaros de Hiroshima.


Había ocurrido ya mil veces, mil veces en mi mente y es que lo deseaba con todas mis fuerzas. Mis poros casi podían abrazarte uno a uno, mis manos temblaban al acariciar tu cara, mis piernas poco me sostenían, y hacía mil esfuerzos por transmitirte que para mi esa noche era tan especial en mis días como tú en mi vida. Esa noche yo quería que todo saliese bien, como lo hablado a altas horas de la madrugada, como lo imaginado bajo mis sábanas...

Mis dedos recorrían suave la suavidad de tu cuerpo recreándome al notar tu tensión y tu sudor. Acrecentar ese placer, el sudor de tu pecho quería que me empapase y empapar la cama en la que te tenía para mí. Linda como tú sola me sonreías con vicio segundos antes de morderme. Linda que te hacían tus ojos entornados plasmando tus intenciones que al instante materializabas sobre mi cuerpo. Me tocabas. Me acercabas. Me deshacías, me apretabas y me arañabas. Besabas, mordías, lamias y rozabas con tus labios esos sitios que tanto me excitaban para volverme loco y volverte loca y volvernos locos.

Con toda la gana del mundo que para nosotros parecía estar parado en esa habitación pero seguía tan vivo fuera, pasamos de saborearnos a medio
día de distancia a amarnos sin cesar. Porque tu estabas celosa del gel que cada mañana cubría mi cuerpo y por ello mordías mis hombros, porque yo estaba celoso del poco aire que aun te rozaba y te metí bajo las sabanas y en un cúmulo de movimientos ya eras mía.

Esa sensación de poseerte y ser poseída, quería un hueco entre tus piernas y tu querías que ahí estuviese. Al oído te decía los tequieros que ninguno te dijo en su momento, los tequieros que no me escuchaste decirte, acompañados de roces de mi lengua y mis dientes en tu orejilla.

-Lleguemos al cielo, a la luna o al piso de arriba.

Fue la ultima frase que supimos decir pues después nos faltaba el aire... Culmen, culmen de besos, caricias, gemidos y sudor, movimientos y contramovimientos. La noche clara se reflejaba en tus ojos cuando los abriste a la vez de tu boca, y cerraste tus manos hincando tus uñas y recordé aquello que te dije:
-Te haré volar como un pájaro, atada a mi cuerpo.

Esa noche quise que fuese recordada y supe que lo sería cuando nuestros cuerpos se extasiaron en un profundo orgasmo que no quise perderme
mirándote a los ojos. Y por mirar tus ojos vi como el cielo que a mis espaldas estaba se volvía blanco y la habitación se iluminaba. No sabía si nuestros cuerpos habían llegado a tal placer que nuestra piel debía de arder pero ardimos.


Ese 6 de Agosto de 1945 eramos uno, sin mitad, en una cama de la ciudad de Hiroshima. Habíamos sido fruto de nuestros deseos y por ello habíamos ardido. Esa noche yo quise que fuese especial.


(A la memoria de los amantes que murieron por la bomba atómica en
Hiroshima).