lunes, 27 de julio de 2009

En un segundo...

[...sentado frente a ella, y ella se parecía tanto a tí...]



Dame tu piel al ritmo de una canción que nos haga inventar nuevas formas de fiebre incontenida. Horas mirándote, deshaciéndote, desnudándote, notando tu sudor en la palma de mi mano. Puede que seamos muchos en esta biblioteca y aún no me hayas visto, pero mis ojos ya han ido más allá, han quitado los folios de tus manos y las han sujetado con fuerza. Han recorrido tu cuerpo tendido en la mesa y contorneado tu espalda en niveles insuperables de gritos bajo letreros de SILENCIO.

Puede que aún no me hayas reconocido pero ya me he enredado en tu pelo, he adelantado el húmedo paso de mi boca por tu pecho y ya puede mirarme cualquier otra aquí, que sólo quiero tus ojos, fuera de órbita, tu corazón fuera de pulso y yo dentro, yo muy dentro de ti.

Voy a levantarme y cuando llegue a ti quiero que todos se hayan ido ya, el último que apague la luz.

Voy a dirigirme directamente a tu cuello para contarle en secreto de qué forma voy a destrozarte esta tarde, a ti y tu ropa, que también puede dejarnos a solas. Y seremos tres, mis ganas, tú y yo. Ahora elige cualquiera de los cientos de libros que nos rodean en un idioma que sólo entendamos tú y yo, aquí y ahora.

Atrévete a levantar la mirada, lo entenderás todo al instante, que esto sólo ha sido un segundo en mi mente, si quieres más dame una noche, tu sonrisa y los secretos que en ella escondes.

jueves, 9 de julio de 2009

Sombras en papel.

Sombras.

Prueba a coger un folio blanco y mantén la mirada esperando respuesta. Comprueba cómo de dónde no hay nada, aparecen volcanes de ideas y pensamientos. Como cuando sólo te soñaba, ahora cada minuto en mi cabeza tiene el color de tus ojos.
Sombras.
Porque son lo primero que surgen en la suave pasta de papel, sombras en la suave pasta de tu piel que dibujan las ganas que ni yo mismo sé expresar con tinta sobre blanco.
Deja que llene tu espalda como un tatuaje de palabras que siembren tus poros y los riegue con susurros en idiomas que no salieron de la Torre de Babel. Lenguaje de nuestros besos, gramática de tus manos, encierra literatura en tu pelo.
Déjame expresarme así, que no habrá crítico ni experto que sepa concebir tal cúmulo de sentimientos bordados en ansias de ti, abordados y encadenados permanentemente a mi locura.

Sombras.

Creemos sombras que marquen las horas que pasamos juntos como reloj de sol y en la noche el brillo de tus mejillas al no dejar de sonreír por mis continuas bobadas y cosquillas al corazón. Ven, vuelve y forma parte de mi universo, haz los arco iris monocromos y lléname de sombras de color, intensas, miles, todas con tu silueta que no quiero dejar de tenerte en mi mirada, como ahora que andas lejos.

Sombras.
Todo acaba siendo sombras en un folio en el que se lee
entrecortado tu nombre.

lunes, 6 de julio de 2009

No hace falta que lo sepas.


No queda ropa limpia en mi cajón, la maleta aún no está deshecha y tengo todo el suelo lleno de estrellas de plastilina, que las bajé para hacerte tocar el cielo con los colores que nunca viste. Pero ahora hace tanto frío que la gente se abanica, si se ha ido el calor que yo inventé de tus manos para mí.

Parecido a un cometa, pasó y lo vi, pero desde tan lejos que lo toqué, tan cerca que su estela creo que aún se deja relucir debajo de mi almohada, donde meto la cabeza cuando veo que no estás y nunca estuviste.

Frota mi cabeza con fuerza para borrar lo que, de ti, dentro, de mí, se coló, pero no acaricies mi pelo que duele más. No sé cuanto tiempo duró lo inconmensurable o lo inexistente pues contaba los latidos en mi pecho que no me dejaban escuchar otra cosa que no fuese tu voz diciéndome nada, callándote todo, todo, todo.... todo lo que inventé para escuchar de tus labios rojos, todo lo que creé en un universo paralelo que ahora escondo debajo de mi cama en una bolsa de plástico mal atada y por las noches se escapa y me seca los ojos.

Y por eso no quiero dormir, no de noche, le tengo más miedo ahora a la oscuridad, que es eso que se ha creado cuando tus ojos han salido de mi habitación mirando para otro lado y ahora nada ilumina igual.

Quiero perderme en tus dedos, reducirme para no dejar de estar contigo sin molestarte, sin que lo sepas, sin dedicar mi tiempo a otra cosa que no sea mirarte. Escribir en tu mente centelladas de dulzura cuando cierres los ojos, ser yo quien llene tu pecho de aire en tus suspiros y levemente construya tu sonrisa.

Y no sé lo que quiero decirte con este montón de letras, unas tras otras, como gotas de lluvia por mi mejilla, como lágrimas en plena calle vacía. Y no sé si lo leerás, no sé si quiero que lo leas, no sé si te deseo, si te quiero, si te odio, si te extraño o si te echo de más. Tampoco quiero ya respuesta, ni besos, ni abrazos. No sé si saber es bueno, si recordar lo reciente alarga un poquito más.

No quiero volver a leer esto ni que nadie lo vuelva a leer.