jueves, 21 de mayo de 2009

Nudos corredizos.


Me lo pienso dos veces al pasar esa página donde está esa foto en la que salimos tú y yo, porque me vienen a la cabeza esas sensaciones: tu voz diciendome como hacer, tu olor pidiendo quedarme, tu tacto agarrándome para permanecer junto a ti. Y me atabas, para no ir más lejos de lo que ya había estado desde que nos conocimos y no pasaba un sólo segundo sin saber que estabas al otro lado del ordenador o del teléfono por no poder tenernos más cerca.

Me decías vuelve cuando te acababas de dar la vuelta al despedirme, cuando a las horas me extrañabas, cuando a los días lo recordábamos todo. Nos lo dábamos todo por remunerarnos aquellas horas en las que aún no sabíamos como sabían nuestros labios juntos. Me atabas al teléfono porque era ansiedad del uno por el otro.

Reconozco y recuerdo que esos momentos fueron inolvidables, para mí, inolvidables pues hacen que no consiga pasar la página que contiene esa foto. No la paso hasta que abro los ojos y veo que hoy no es ayer. Ya no me atas, no quieres, no te interesa o no tienes ganas. En frío pienso cada detalle, quizá era yo quien me ataba a ti, o quería sentirme atado por ti. No quería alejarme y por eso me escapaba para verte, para hablarte, para sentirte.

Y era yo quien miraba atrás cuando me despedías y tú ya caminabas para volver a tu vida, esta tu vida, tan tuya, tan poco mía. Me ataba como tonto porque te entretenía, porque te llenaba mientras el resto no sabía hacerlo, no en aquel pequeño lugar que se hizo grande y se llenó de gente.

Y sé que ya no quieres cuerdas, ni yo tampoco, pero desde que tus ojos se cruzaron me vi tan atado a ti que suplanté tus voluntades por las mías. Y pasan las horas, las horas pasan ya a centenas y millares. Pasan los días y no hablamos. Pasan los meses y no nos vemos. No quieres, no tienes ganas. No quiero, me consumí esperándote.

Y he pasado la página, con un golpe seco de muñeca. Y esa foto ha pasado, y han pasado las horas, y las cuerdas. Y las páginas también están pasando y no me paro ya a pedirte cosas que no quieres, a pedirme cosas que no son, yo tampoco las quiero ya.

Ahora que te dedico un momento me doy cuenta, me doy un homenaje, porque no quiero cuerdas, porque me alegro de lo vivido y lo creído. Ahora. Nadie me ata.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

cada día es un big bang...

marta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
marta dijo...

Libertad sin ataduras. No siempre está a nuestro alcance, pero está ahí.

Un beso MUYGRANDE :)