martes, 26 de mayo de 2009

Antibióticos para la distancia.


μέτρον

Palabra griega que posteriormente tomarían mis queridos franceses para inventar una pesadilla más: metro.

Metros, kilómetros, hectómetros, tantos son, tantos los que me separan de todo lo que debería estar cerca cuando más se necesita.

Esta noche, como tantas que dedico a escribir, te vuelvo a necesitar aquí sentada, a mi lado. Durmiendo o mirándome, riendo o llorando, sudando o tiritando. Tu presencia, que anule esa horrible palabra griega, esa horrible concepción francesa. Mi mala suerte me hace no tener cerca aquello que me llene, que me dé la plenitud que alguien como tú me da cuando me prohibe quererla menos.

Y odio tanto los centímetros y los milímetros que cuando consigo tenerte a mi lado aún nos separan, y entonces me hacen odiar a los griegos y mi segunda lengua, con la que muero de ganas de preguntarte al oído dónde estabas, cuánto te busqué y cómo te he echado de menos.

No más lejos, las cosas serán más fáciles, te enseñaré de cuantos colores es el aire, como de grande es el mundo y como de pequeña mi cama. Entrégame la enormidad de tu presencia y te regalaré cada mañana mi cajita de tonterías que provocan en ti esa risa y en mí despiertan el monstruo que me asusta al quererte tanto. Como eres. Como seas. Como serás. A ti.

Deja que los griegos se arrepientan de haber inventado esa palabra, que los franceses lloren desesperados por ser culpables de poner nombre a lo que nos separa. Pero nunca, nadie, podrá ponerle nombre a eso que siento cuando recuerdo cada segundo que existe alguien como tú.

3 comentarios:

Vicky Eme dijo...

La persona de la que hablas
se tiene que sentir muy orgullosa
de que alguien como tú le
escriba algo tan precioso,
tan profundo, tan limpio,
tan tuyo...

sarareus dijo...

Estoy completamente de acuerdo con Arsile... aunque hay algunas veces que con antibióticos no se pueden curar las cosas...

Sonsoles dijo...

Increíble...me encanta tu blog.